La virtud de la madurez
En el mundo de prisas y exigencia máxima en el que nos encontramos, pareciera que llegar al éxito ya no es la única meta, sino que debemos hacerlo contra el reloj. Las listas de las personas que lograron triunfar en su proyecto de vida antes de los treinta años llenan las revistas y la juventud parece ser el valor agregado más admirable detrás de un logro, a pesar de que sea sobre el que no tenemos control.
La ansiedad que llega a generar en muchas personas el no haber podido ser uno de esos “treinta antes de los treinta”, o una de las jóvenes promesas en su rubro, especialmente en el mundo del emprendimiento, se ha generalizado. Por alguna razón se ha formado esa idea de que el emprendedor comienza y se consolida joven. Las cámaras de comercio o los apoyos para jóvenes emprendedores dan cuenta del interés que existe de que este grupo etario se decante por el autoempleo, primero, y eventualmente genere fuentes de trabajo. Un somero análisis de las condiciones laborales de las generaciones más jóvenes puede explicar una de las razones: si la estabilidad laboral era algo que sujetaba a las personas de la idea de asumir el riesgo de trabajar por su cuenta o emprender, al estar en condiciones laborales de precarización, falta de seguridad social y renovaciones constantes de contrato (eso cuando hay uno), el panorama no se presenta mucho más desesperanzador si nos decidimos a asumir riesgos y aumentar las cargas de trabajo a fin de lograr proyectos.
Sin embargo, lo anterior no explica la necesidad de lograr posicionarnos en un mercado o encabezar el rubro de trabajo mientras se es joven. ¿Qué hacer si nunca fuimos esa joven promesa? Nada, decidirse a ser la madura realidad. El nivel de experiencia requerido en campos específicos se llega a obtener sólo después de una preparación adecuada, práctica y conocimientos especializados. Incluso si se logró ser aquel que pudo llegar a un cierto éxito a una edad temprana, los retos que nos debe ofrecer nuestra profesión deben ir creciendo.
Para adentrarse en el mundo del emprendimiento y el desarrollo organizacional no basta con un golpe de suerte o un relumbrón, sino que es importante mantenerse con constancia y una formación que nos permita ajustarnos a los retos que se nos presenten. Si te interesa profesionalizarte, te invitamos a que conozcas el programa de la Maestría en Desarrollo Organizacional que ofrece la Universidad Iberoamericana Tijuana.
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