Acompañar el duelo de un niño desde el enfoque de la psicología
Nuestra sociedad tiene un amplio catálogo de temas tabú, sobre todo cuando respecta a la infancia y, desafortunadamente, la muerte se encuentra listada entre esas conversaciones que no tenemos con ellos. Desde un aspecto psicológico, no se considera apropiado para el correcto desarrollo emocional y educación de los niños el mantener este tabú sobre la muerte y sus manifestaciones, porque en definitiva es una experiencia vital a la que se va a enfrentar, y es mejor que esté preparado para lidiar con ella. Una maestría en psicología como las orientadas a desarrollo humano que ofrecen en la Universidad Iberoamericana Tijuana puede dar luz en torno a estos procesos, sin embargo, cabe mencionar en este artículo algunos puntos a tomar en cuenta cuando de duelo infantil se trata.
A sabiendas de que será una experiencia a vivir o, en caso de que haya una situación donde se vea cercana la muerte de una mascota o un familiar, conviene hablar de antemano con nuestros infantes para prepararlos en el tema. Explicar de manera sencilla, natural y honesta de qué trata la muerte es un gran inicio, para esto podemos utilizar cuentos o películas infantiles donde exista una situación así y generar el debate a partir de ese contenido; recordemos que los niños se pueden expresar más fácilmente cuando se proyectan en algo o alguien externo. También es viable darle a conocer, en caso de que se tengan, sus ideas religiosas en torno a la muerte, que muchas veces facilitan el proceso de negociación y aceptación durante el duelo y sirven de consejo.
Amén de lo anterior, es importante que no se hable con eufemismos sobre la muerte, pues el cerebro de los niños razona de modo literal, es decir, si decimos que una persona “se ha ido”, “ya se durmió”, o “la hemos perdido” es probable que los más pequeños sientan ansiedad ante la idea de viajar o hacer recorridos largos, irse a dormir o que sus cuidadores le pierdan u olviden. Si bien se recomienda dulcificar el mensaje, bien se puede decir que una persona “falleció” en lugar de que murió. Podemos acompañarlos al hablar de la persona o mascota fallecida: anécdotas, momentos significativos, sus cualidades (e incluso lo que no nos gustaba) y hacerles saber que, aunque ya no la verán, se mantiene en su mente y en su corazón.
Es importante considerar que la muerte es un concepto abstracto para los niños, “antes de los cinco años no se llega a entender los tres componentes básicos de la muerte: 1. Es irreversible, definitiva y permanente, 2. Consiste en la ausencia total de las funciones vitales y 3. Es universal, es decir, que nadie escapa de morir”, indican Amalio Ordoñez y María Antonia Lacasta en su artículo “El dueño en los niños (la pérdida del padre/madre)”.
Es importante pues, que como adultos sepamos reconocer nuestras emociones, ponerles nombres y expresarlas con sinceridad, para enseñar a los niños a lidiar con las propias, pues su tristeza, al igual que en el duelo adulto, puede estar acompañada por sentimientos de culpa y miedo; hablar es una manera de sacar esas emociones y saber que alguien escucha y acompaña es un modo de evitar que crezcan o se prolonguen demasiado.
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