Decisiones conjuntas en la planeación estratégica de ciudades
En entradas anteriores hemos hablado sobre la planeación estratégica en el desarrollo urbano como un factor determinante de la inclusión social. Una ciudad, entendida al modo de Vinuesa como “una porción concreta de espacio, más o menos claramente delimitada, con una organización y una morfología características” se debe pensar a partir de la diversidad de sus habitantes, pero sobre todo de las metas y propósitos que se desean alcanzar como comunidad.
La infraestructura del entorno es una de las políticas públicas cuyo impacto es más evidente y donde es más notorio cómo este tipo de acciones repercuten en las dinámicas sociales. Por supuesto que hay una interconexión entre sociedad y desarrollo urbano, es por eso que la ciudadanía debería involucrarse más en la planeación estratégica de su ciudad. Chile es un caso claro de cómo la sociedad organizada puede lanzar contrapropuestas o detener obras poco benéficas para su desarrollo. Grupos como “Defendamos la ciudad”, “Defendamos Valparaíso”, “Defendamos Plaza las Lilas”, son muestra de la organización de grupos ciudadanos que se han conformado para confrontar proyectos y planes, tanto de iniciativa pública como privada.
El escenario ideal sería, sin embargo, atender a la ciudadanía participativa antes de que la situación deba ser de confrontación, sino que entendamos al proceso de planeación como la oportunidad de tomar decisiones que corrijan errores pasados, prevengan errores presentes y eviten errores futuros. Ahora bien, ¿cómo fomentar esta participación y crear mecanismos de diálogo?
• Establecer una comisión de planeación y un comité consultor de planeación. Debemos organizarnos para poder organizar, tener un equipo que convoque, analice, segmente, modere, etc., es vital para que nuestro ejercicio de participación sea eso y no una simulación.
• Identificar los problemas y temas a tratar. Vale la pena reunirse con representantes de distintos grupos o colectivos para tener las primeras impresiones respecto a las necesidades de la comunidad y los recursos que se deben destinar, también es conveniente abrir asambleas públicas donde cualquier persona pueda informarse y comentar sobre las prioridades que identifica. También en estas dinámicas se puede aprovechar para determinar nuestros objetivos y metas como comunidad.
• Recolección y análisis de datos. Lo ideal es que estos datos estuvieran presentes desde el inicio del diálogo con la ciudadanía; se debe contemplar información sobre la ciudad, como mapas, uso actual de la tierra, análisis demográficos y económicos, infraestructura pública, la densidad, la infraestructura de comunicaciones, la cultura, y cualquier otro elemento que sea relevante.
• Definir alternativas. Si bien se puede tener un proyecto ya planeado, generar una lista de alternativas innovadoras y creativas será una gran manera de enriquecerlo antes de llevarlo a los hechos. Estas alternativas por supuesto que estarán sujetas a un análisis de viabilidad dependiendo de los recursos necesarios para su implementación.
• Socializar el plan. Nadie quiere omitir elementos importantes, sin embargo, muchas veces lo hacemos. Por eso, la comisión consultora formada por ciudadanos debe tener la oportunidad de revisar y sugerir cambios al plan a través de presentarlo en un documento, este documento además debe publicarse para revisión del público en general y dar tiempo suficiente para recibir sus comentarios, de manera remota a través de distintos medios de comunicación y a través de audiencias públicas.
Implementar un plan de desarrollo urbano eficiente para todas las personas no es sencillo, pero es labor de un especialista encontrar los modos de lograrlo.