Decisión con D de datos

Desde que la informática nació, se podía asumir que tendría incidencia sobre gran parte de nuestras vidas y decisiones. Quizás no dimensionamos qué tanto, pero al día de hoy no podemos concebir nuestras actividades sin contemplar a la informática o una herramienta derivada de ella. Lo anterior no sólo aplica en el entretenimiento, aunque vaya que está inmersa en él, sino que es parte fundamental en la toma de decisiones tanto en política
pública como en las empresas.

En política pública los datos se convierten en indicadores, que deberían ser interpretados para identificar las condiciones y necesidades de la población, a partir del cruce de las diferentes situaciones identificadas, de manera tal que se delineen acciones pertinentes para resolver problemáticas sin que esto implique generar nuevos conflictos, sino que sean soluciones integrales.

De manera similar, en las empresas aprender a recopilar, seleccionar, analizar y archivar datos pertinentes a nuestro giro y empresa es imprescindible en la toma de decisiones. En un mundo cambiante donde nos regimos bajo el lema de “renovarse o morir”, es importante distinguir entre decisiones rápidas y decisiones apresuradas. Ante este panorama, lo que se debe priorizar es el análisis racional frente a la impulsiva visceralidad.

Si bien en los negocios hay un cierto grado de intuición necesaria, que distingue al empresariado competente del que no, también es cierto que —especialmente en tiempos de inestabilidad económica— se deben tomar riesgos controlados con base en información y datos específicos en lugar de atender a impulsos sin fundamentos.

El análisis de datos es una disciplina que nos ayudará a reconocer a la institución a la que pertenecemos, además de la población a la que nos dirigimos, la sociedad en la que nos desarrollamos y las condiciones físicas de donde nos ubicamos. La información es nuestra herramienta base, y del análisis que hagamos de la misma dependerán las
decisiones que tomemos; por ejemplo, las campañas de mercadotecnia deberán atender a su público objetivo y aprender de los datos que recaban para predecir las tendencias del mercado; los productos que ofertamos deben ir de la mano con las prácticas de consumo que identificamos; las decisiones financieras deben tomarse con base en la capacidad de pago, que sólo se puede predecir a partir de información de mucho tiempo atrás, para poder establecer comparaciones; si deseamos expandirnos hacia un mercado internacional deberemos conocer también las dinámicas culturales y prácticas de consumo a donde nos dirigimos; y así con todo.

Además, el tener los datos de nuestra compañía y nuestras áreas o departamentos específicos a la mano de nuestro personal hará que las decisiones que se tomen sean a conciencia y con el consenso de todas las personas involucradas.

Cuando se dice que la información es poder, falta decir que se debe utilizar a consciencia y, en ese caso, efectivamente nos dará un poder de decisión que nos acerca al éxito de nuestras organizaciones. Especializarse en asumir estas labores a través de la maestría en Gestión Ejecutiva Internacional de la Universidad Iberoamericana en Tijuana es una gran opción para avanzar hacia estos objetivos.

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