El impacto de las políticas educativas en la práctica docente

La formación y práctica docente está supeditada a diversos factores que van más allá del aula. A pesar de que regularmente se supone que cada docente tiene la libertad de impartir su clase de acuerdo al criterio que mejor le parezca, también es cierto que los diversos enfoques y políticas educativas permean sobre la identidad docente. A pesar de que pensamos que ejercer o estudiar en Tijuana nos exime de ciertas decisiones, debido al centralismo al que nos hemos acostumbrado, la realidad nos alcanza tarde o temprano en relación a las nuevas estrategias que se proponen desde las políticas públicas.

Regularmente las ideas que se nos presentan como innovadoras tienden a ser rechazadas en un inicio, nos aventuramos con dos posibles razones para esto: la primera, debido a que las propuestas tienden a ser importadas de otros países donde fueron aplicadas (no siempre con éxito, cabe destacar) y se proyecta su aplicación sin tropicalizar las propuestas a la realidad social; la segunda, porque no se socializan bien a la ciudadanía ni a la planta docente.

Indica Claudia Alaniz Hernández en su artículo “Implicaciones de la política educativa del nivel básico: la percepción de los docentes” que “los educadores suelen percibir las innovaciones como reiteraciones de propuestas previas. Este sentimiento de déjà vu es tan corriente que no puede ser desestimado cuando se estudia el cambio educativo”. Sería como explicar a personas que crían que un nuevo estudio garantiza que las personas dormimos mejor cuando somos balanceadas. Resulta en algo que garantiza una práctica común cuya efectividad se ha demostrado empíricamente antes.

En el mismo artículo, Alaniz indica que hay “una idea de transformación discursiva que ha generado una tendencia de aceptación de la retórica institucional sobre el discurso de la calidad, las competencias y la necesidad de la evaluación como medida de validación”. Es decir, no se ha encontrado un equilibrio entre la práctica y la institución. Eso ha sido evidente en las nuevas valoraciones de la profesión docente donde se propone un esquema de actualización, la evaluación del desempeño docente y un esquema de incentivos salariales diferenciados.

La percepción del trabajo docente es complicada en tanto que por una parte es una de las profesiones a las que se les exige más, tanto en lo profesional como en lo personal, bajo el argumento de la vocación, este aspecto subjetivo de construcción colectiva termina configurándose como una identidad que resulta más comprometedora que otras labores. Al profesorado no sólo se le ha considerado un puente de conocimiento entre ellos y el alumnado, sino también ciertas labores que rayan en lo paternal.

Por otro lado, desde las instituciones de educación se gestionan y proponen medidas que difícilmente encuentran eco en la realidad docente porque los titulares y responsables no se perfilan hacia la educación. Es otra oportunidad para quienes deciden cursar una maestría en educación como la que ofrece la Universidad Iberoamericana Tijuana.

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