Incidir en políticas públicas sin estar en política: el caso de las ONG

Para un desafortunadamente alto porcentaje de la población, escuchar la palabra “política”, implica sentir miedo recorriendo la espina y genera escalofríos o, cuando menos, un profundo desinterés. El mayor error en una democracia y el mejor éxito para grupos totalitarios (que existen aún dentro de modelos de gobierno democráticos) radica en la falta de atención de la ciudadanía hacia el quehacer gubernamental. Esta indiferencia se gesta al percibir como inaccesibles los conocimientos requeridos para participar y los mecanismos de participación que conocemos se nos presentan como poco efectivos. Entonces, caemos en la paradoja de no informarnos sobre política porque no queremos participar, y no participar porque no tenemos las herramientas para hacerlo.

Realizar estudios superiores como un posgrado en gobierno, administración gubernamental, o la Maestría en Gestión y Políticas Públicas que ofrece la Universidad Iberoamericana Tijuana puede estar muy relacionada con un quehacer en el servicio público, pero también ayuda a entender o a formar parte incluso del funcionamiento de las organizaciones de la sociedad civil, que han ganado un lugar muy importante dentro del desarrollo de nuestras comunidades. Lo más llamativo de este tipo de organizaciones es que buscan suplir las carencias que observan en la labor gubernamental; con toda proporción guardada, en muchos casos se encargan de hacer lo que el Estado queda debiéndole a la ciudadanía (a veces con recursos del mismo Estado, por supuesto, pero con una logística e infraestructura propias). Sus indicadores tienden incluso a ser más precisos y es a partir de estas labores que pueden impulsar cambios en lo social no sólo a través de su trabajo sino de la promoción y aprovechamiento de coyunturas políticas.

Como hemos mencionado en otras entregas, las políticas públicas no son (o no deberían ser) decisiones instantáneas tomadas desde los altos mandos gubernamentales, sino que idealmente es un proceso en que se conjugan las iniciativas de organizaciones sociales e instancias gubernamentales, tomando en consideración las demandas de interés público. Al final, las OSC refieren a una sociedad que no por civil deja de estar organizada, tienen una agenda clara y transparente y una labor que las respalda. Por ello, estas colectivas tienen en sus manos la capacidad de hacer política a partir de la presión que logran generar en el sistema político a partir de su influencia, su capacidad de crítica, su poder de movilización y de convencimiento.

Una organización de la sociedad civil que trabaja con constancia tiene la credibilidad y el capital político para posicionar un tema e influir en quienes son responsables de tomar decisiones, esto a través de estrategias como cabildeo, la denuncia pública, la participación y creación de foros, entre otras acciones que sirven para impulsar sus agendas. Es pues, no sólo una ventaja sino una obligación de las organizaciones de la sociedad civil trabajar en apego a los derechos humanos, con una visión amplia y un trabajo incluyente.
En siguientes entradas especificaremos casos de organizaciones de la sociedad civil de Baja California que han logrado incidir en políticas públicas.

Photo by Hannah Busing on Unsplash

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