La gestión de políticas públicas como un ejercicio democrático
En un país de división política que va en paralelo con desinterés por parte de la mayoría de su ciudadanía en la participación, hablar sobre políticas públicas pareciera destinado a esferas específicas. El recelo que parte de la población siente hacia la palabra “política” y todo lo que le rodea deriva en una falta de participación en nuestro entorno público, a pesar de que estas decisiones impactan directamente en nuestra cotidianeidad y, a pesar de que pertenecen a la esfera de lo público, vamos a resentir sus consecuencias también en entornos domésticos, privados.
Ahora, si bien es cierto que la gestión, diseño e implementación de políticas públicas es responsabilidad de quienes representan a la ciudadanía en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, también es importante reconocer en qué manera podemos involucrarnos y participar de estos procesos; reconozcamos que formar parte de una democracia no implica politizarse en los periodos electorales y luego ignorar voluntariamente cómo está siendo utilizado el poder que otorgamos a nuestros representantes. Estar en una democracia implica saberse parte de una comunidad y por tanto hacer lo que nos corresponde para que sus condiciones sean las idóneas.
Las universidades se caracterizan por ser el caldo de cultivo de lo que una persona requiere para involucrarse en la gestión de políticas públicas: fomentan la curiosidad, la actitud crítica y propositiva, la capacidad de análisis. Por ello es tan importante que se mantengan apegadas a desarrollar en su alumnado estas habilidades y que, cuando se requiera de un grado de especialización en torno a un tema (como la gestión de políticas públicas) se pueda tomar como punto de partida la garantía de que el alumno sabrá problematizar, diseccionar, ver desde distintos enfoques y encontrar puntos de convergencia entre varias perspectivas; así, el camino será cuesta abajo para la adquisición de conocimiento.
En Políticas públicas y democracia, uno de los cuadernos de divulgación de la cultura democrática editados por el Instituto Nacional Electoral en 2016, David Arrellano Gault y Felipe Blanco definen a las políticas públicas como “aquellas decisiones y acciones de gobierno que definen las problemáticas públicas específicas a solucionar y los mecanismos particulares a utilizar para ello”, en el mismo texto, los autores indican que las políticas públicas no son “facultad exclusiva de un régimen democrático, pero sí las características de su formación e implantación”, pues en los regímenes autoritarios se excluye de las decisiones y acciones de gobierno a la mayoría de las personas, por lo que no es posible no sólo proponer, sino también evaluar los resultados o demandar una transparente rendición de cuentas.
Las universidades pues, deben ser un espacio seguro para llevar a cabo prácticas de democracia y fortalecer la participación ciudadana orientada hacia cambios estructurales que pueden llevarse a cabo a través de la gestión de políticas públicas. Esto en lo general, pero si además ofrecen especialización respecto al tema, estos esfuerzos deben verse doblemente reforzados hacia crear profesionales que entiendan la responsabilidad social que el conocimiento conlleva.
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