Más allá de la legalidad: el conflicto de formar parte de un esquema Ponzi
Un esquema Ponzi se identifica fácilmente por la necesidad que existe de que más personas se unan (con una inversión inicial) a este modelo a fin de que continúe siendo rentable. Dicho esto, parecería que es sumamente fácil evitar ingresar en uno, aun así, este tipo de negocio sigue generando empresas después de décadas. Primero que nada, hay que aclarar que no necesariamente este modelo de “inversión” implica ilegalidad, sino que se convierte en una práctica fraudulenta cuando se deja de pagar el rendimiento acordado con los involucrados. Esto sucede a partir de que se reduce la gente que ingresa a la organización.
Los esquemas Ponzi tienen la habilidad de trasmutar: un día lo vemos como una empresa que aparentemente vende productos, pero lo más importante de su operación parece ser encontrar más socios que se adhieran y no la venta en sí de esos bienes; también se nos presenta como una flor de la abundancia u otros nombres que indican colaboración y una economía solidaria donde todos ganan.
El profundo desconocimiento de cómo funciona la economía y las finanzas que tenemos como población es el caldo de cultivo donde crecen las ideas del enriquecimiento acelerado y sin esfuerzo. La relación que tenemos con el dinero es gran parte de lo que alimenta el éxito de estos timos: la falta de una mentalidad crítica respecto a la promesa de tener rendimientos excesivamente altos, sin que se nos dé a conocer la posibilidad de un riesgo (como tendría que ser en toda inversión) y donde desconocemos el sustento de la generación de esa riqueza es por lo menos risible. Si bien la ignorancia nos puede jugar en contra, no siempre podemos culpar a la inocencia de que estos modelos resulten exitosos por un tiempo.
El conflicto ético de formar parte de una organización en la que para mejorar debemos embaucar a otros debería ser razón suficiente para rechazarlo, pero además habría que evaluar la crisis a la que nos enfrentamos en el emprendimiento y desarrollo organizacional, si las empresas son vistas como fuente de riqueza en sí misma y no como una oportunidad de generar valor compartido.
El emprender implica asumir ese compromiso. Si quieres sostener este tipo de conversaciones y profesionalizarte en Desarrollo Organizacional, te invitamos a consultar el programa de posgrado que en la materia ofrece la Universidad Iberoamericana Tijuana.