Qué pensar antes de elaborar una propuesta de política pública

El entusiasmo por el servicio público y las ganas de aportar a través de esta trinchera siempre son emocionantes, desafortunadamente en muchos casos también resultan insuficientes. La administración pública es un quehacer complejo que demanda perspectivas transversales y un perfil muy amplio de habilidades y conocimiento de quienes lo ejercen. Si bien, en ánimos de democracia, no se requiere una preparación específica para desempeñar ciertos puestos públicos (lo que nos habla precisamente del amplio perfil que cada aspirante debe tener), un posgrado en administración pública y la preparación sobre gestionar, elaborar, promover y evaluar políticas públicas son de gran utilidad.

Para Luis Aguilar en su Marco para el análisis de las políticas públicas (2009), una política pública es “a) un conjunto (secuencia, sistema, ciclo) de acciones, estructuradas en modo intencional y causal, que se orientan a realizar objetivos considerados de valor para la sociedad o a resolver problemas cuya solución es considerada de interés o beneficio público; […] d) acciones que son ejecutadas por actores gubernamentales o por éstos en asociación con actores sociales (económicos, civiles), y e) que dan origen o forman un patrón de comportamiento del gobierno y la sociedad.”

Dentro de los puntos que se rescatan de la cita, pues, vale la pena resaltar entonces que una política pública no es una idea o una acción ejecutada al azar, sino que parte de un proceso y es en sí misma un conjunto de acciones que deberán entrelazarse; se ejecutan por diferentes actores, como empresas y sociedad civil, pero la participación del gobierno resulta de fundamental importancia pues estas políticas forman un patrón de comportamiento. La infraestructura de nuestras ciudades, las legislaciones, las tradiciones culturales, todo ello define la manera de actuar de cada sociedad.

Así pues, podemos establecer tres elementos importantes a la hora de proponer una política pública:

  1. Ubicar las problemáticas. “El primer paso es reconocerlo” es un lema que debe aplicar a la vida, incluyendo al servicio público. Lo fundamental es encontrar el problema que buscamos afrontar a través de nuestra propuesta. Si no lo tenemos bien identificado, será fácil perdernos entre soluciones ilusorias.
  2. Identificar las causas del problema. Se debe reconocer que toda problemática, sobre todo las que podemos encontrar en sociedades complejas y dispares como la latinoamericana y mexicana, es multifactorial. Si pretendemos atacar una problemática desde una sola arista, sentiremos que peleamos contra una hidra y no habrá héroe mitológico que nos rescate. Atacar las causas del problema hará que la solución no sea un mero paliativo sino un cambio de estructura que, si bien más complicado, terminará siendo más efectivo.
  3. Revisar la viabilidad de nuestra propuesta. Una vez que propongamos soluciones basados en las causas de los problemas que identificamos en principio, debemos analizar la factibilidad presupuestal, socioeconómica, legal, política, ambiental y administrativa que tiene, para así poder formularla de manera tal que resulte más efectiva y sobre todo realizable.

El proceso de pensar, ejecutar y evaluar las políticas públicas es complejo, por eso a pesar de que –como democracia que somos– todos podemos participar, se deben tomar en cuenta estos aspectos y se insiste en la preparación, sobre todo del servidor público, a través de posgrados en administración pública como el programa de Gestión y Políticas Públicas que ofrece la Universidad Iberoamericana Tijuana.

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