Estrategias para involucrar a las juventudes en la política
En la entrega anterior, hablamos sobre la importancia de que las juventudes sean parte de los procesos políticos de sus comunidades, por ello, en esta entrada vamos a explorar opciones estratégicas para lograrlo de manera efectiva. Y es que, si bien la ciudadanía tiene el deber de estar atenta y participar de los procesos políticos de sus comunidades, la realidad es que la mala percepción generalizada que se tiene de la clase política limita el interés de algunos de ser leídos como parte de ella.
Así pues, primero que nada, tendríamos que trabajar no sólo sobre la imagen pública del funcionariado (que implica un cambio de procedimientos, respeto a las leyes, eliminar la impunidad, entre otras cosas; es decir, un cambio en el actuar y no sólo una estrategia de mercadotecnia), sino también en la ampliación del término «política» y en despojarlo del sentido elitista que aún tantas personas tienen de él. Para muchas personas jóvenes, involucrarse en política tiene que ver con buscar un puesto de representación en altas esferas, lo que, si escapa de su interés o entendimiento, verán como muy lejano. Reconocer procesos políticos, la importancia de estar informados y mecanismos de exigencia de rendición de cuentas o gestión pública, con impacto directo en el día a día de las personas, nos ayuda a entender por qué requerimos involucrarnos y la relevancia que ello tiene en la mejora de nuestra calidad de vida y la de nuestras comunidades.
En ese sentido, otra de las propuestas para acercar a las juventudes a la política es identificar sus intereses. Se relaciona a la juventud con el idealismo, y esto tiende a verse como un defecto. Nada más alejado de la realidad. Esta percepción de que todo es posible, aunada a la creatividad, la energía y el interés por construir el mundo en el que quieren vivir son características que los hacen muy participativos en otras formas de construcción democrática y participación social. Las juventudes forman parte importante en las organizaciones de la sociedad civil y en colectivos, lo que a su vez desarticula otro prejuicio en torno a ellas: que son desinteresadas.
Las personas jóvenes están involucradas con su comunidad y crean espacios de participación, lo que llega a representar un fracaso del funcionariado público que no ha sabido generar esos espacios y sobre todo dar seguimiento a las propuestas juveniles como para que quienes participan de ellos no se decepcionen, y eso le ha costado al Estado una falta de agenda de juventudes y de perspectiva intergeneracional, y a los partidos políticos, una cada vez más evidente caída en sus votos.
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