Juventudes en la política
Las personas jóvenes tienden a ser un grupo etario que intimida a quienes ostentan poder. Y es que típicamente las juventudes son quienes se rebelan con mayor decisión a la autoridad, quienes defienden ideas innovadoras y disruptivas, cuestionan, critican y proponen. La realidad es también que regularmente las figuras de autoridad (sean tutores, docentes o gobierno), en este mismo miedo, terminan limitando estas conductas desde las infancias. Se tiende a acallar a infantes, con el pretexto de que deben saber respetar a la autoridad; y la situación no cambia con el tiempo: en la búsqueda de la disciplina y el orden, podemos caer en el error de limitar su entusiasmo, creatividad, sentido de justicia, todo lo cual es de suma importancia para generar situaciones más igualitarias y mejores.
Sobre todo, fomentar la participación de infancias y juventudes en sus entornos les da seguridad y les involucra en la toma de decisiones de las comunidades a las que pertenecen, lo cual les da un sentido de pertenencia. No podemos pedir adultos propositivos, integrados, interesados por la sociedad, si son las actitudes y comportamientos que prohibimos en infancias y juventudes. Además, debemos de considerar que en medida que permitimos y fomentamos la curiosidad por la cosa pública, la colaboración, las ideas a favor de la comunidad, también estamos ayudando a construir entornos, sociedades y gobiernos para quienes se quedarán en ellos. Las juventudes son quienes deben trazar el mundo que quieren habitar. Y sus garantes de derechos, ayudarles a construirlo.
Confiar en las habilidades de las juventudes, saber que las siguientes generaciones pueden ser mejores que nosotros, tener la mente abierta para aprender son herramientas que, conforme crecemos, debemos trabajar en nosotros mismos. Actuar con una perspectiva de juventudes es indispensable en las sociedades, pero, para lograr estos resultados, se debe actuar desde la política con la misma perspectiva de juventudes, se deben tener los oídos aún más abiertos y generar espacios de verdadera participación política, donde quienes estén ahí sepan que sus aportaciones serán guiadas y respetadas, no ignoradas.
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