El poder del poder
Las primeras fechas del año son, para la gran mayoría de dependencias gubernamentales, un periodo bastante híbrido: la vuelta a los escritorios llegó y la atención que se debe dar a los usuarios es la misma; sin embargo, los presupuestos previamente autorizados llegan a tardar en llegar, entonces, ¿qué tanto se puede gestionar? ¿Cuántos proyectos podemos iniciar?
Cuando se realiza gestión con estos organismos enero es una fecha que se toma en cuenta como difícil, dado lo anterior, así que, a falta de disponibilidad de recursos financieros para brindar un servicio por encima de lo estrictamente necesario, bien se puede aprovechar este tiempo para llevar a cabo reflexiones en torno al quehacer del funcionariado público. Si bien la liberación de los presupuestos no depende de cada organismo público, hay que reconocer que frente a la inmovilidad, son los funcionarios en puestos de mediana o nula autoridad quienes ingenian formas de mantener las labores aun sin presupuesto para nada por encima de la nómina.
Reconocerse funcionario público más allá de tener autoridad sobre otros, sino por el simple hecho de trabajar en un organismo público es el primer paso para detectar que ostentamos un poder en los resultados que obtendrá la ciudadanía.
Quizás es poco frente al daño o beneficio que pueden ofrecer las decisiones de los altos mandos, pero es muy significativo si se toma en cuenta que esos funcionarios son la cara que damos a la ciudadanía.
Hablar de poder es complicado, puesto que existen muchos mecanismos desde el cual se ejerce y sería difícil enlistarlos todos en este escrito; con todo, desde una revisión somera debemos considerar que, si bien un funcionario no siempre tiene subalternos, definitivamente está en una posición de poder con respecto a los intereses de ciudadanos que acuden a su escritorio. La gestión que realiza un ciudadano no es únicamente el oficio entregado, sino que el resultado de ella puede significar el llevar a cabo o no un proyecto, que pudiera darle beneficios personales y también proveer beneficios a la ciudadanía. Estar en un puesto público implica, entonces, poder, y cada funcionario, por más alejado de esto que se sienta, debe tenerlo presente. Asimismo, los
altos mandos de cada
institución deberán incluir en las capacitaciones al personal y en su dinámica diaria un reconocimiento al impacto del trabajo realizado por cada uno. No siempre podemos sacar todas las soluciones desde los organismos gubernamentales, pero tenemos el poder de atender a la ciudadanía, eso nos convierte en sociedad y en democracia.
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