El urbanismo debe cuidar el suelo donde está parado

El suelo es un recurso que solemos dar por hecho, sin embargo, es un recurso natural no renovable debido a que, si bien su evolución es constante, sucede en lapsos que van de cientos a miles de años para la formación de algunos centímetros, además de que requiere para ello de condiciones propicias.

            De ahí que haya algunas iniciativas de preservación de suelos, principalmente en ambientes rurales, donde se buscan formas de evitar los monocultivos o regular la agricultura, así como salvaguardar áreas naturales a través de declararlos patrimonio de la nación y, desde el Estado, asumir la responsabilidad de salvaguardarlos. Lo anterior a través de programas de forestación, limitar las áreas de acceso a las personas y otras prácticas que puedan evitar la erosión de los suelos.

            Ahora bien, en los ambientes urbanos, cada vez más alejados del contacto con la naturaleza, perdemos de vista la importancia de los suelos para nuestra supervivencia y prosperidad, pues se tiene esta idea equivocada de que el progreso implica el dominio y control de la naturaleza, una mentira que nos hemos contado con frecuencia. Necesitamos suelos sanos para que sean hogar, soporte y suministro de nutrientes a las plantas, de donde obtenemos alimento y/u oxígeno y otros beneficios. También requerimos el suelo para que filtre de manera efectiva el agua y recargue los acuíferos y es fundamental en el proceso del ciclo del agua (es decir, se relaciona con otro recurso vital no renovable). Es asimismo el medio donde se realizan ciclos biogeoquímicos necesarios para el reciclaje de los compuestos orgánicos. Sin mencionar otros usos evidentes, como que es material de construcción y es cimiento de toda la infraestructura urbana.

            En materia de Urbanización, se debe regular el mercado del suelo urbanizable, de modo que los espacios sean accesibles y estén bien definidos. En vista de que la ONU prevé que el 90 % de los suelos del planeta se encontrarán degradados para 2030 si no atendemos a las recomendaciones, una de las iniciativas en varias ciudades ha sido apostar por la arquitectura vertical para reducir el crecimiento tan acelerado de la mancha urbana, pero no es suficiente: es fundamental que en los proyectos de urbanismo y arquitectura particular se incorpore esta visión y se garanticen espacios de áreas verdes o recreación que tengan como prioridad el cuidado de este recurso.

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Foto de Noah Buscher en Unsplash

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