Espacios comunes frente a problemas comunes

La infraestructura urbana y las condiciones de acceso a la vivienda han sufrido varios cambios en las últimas décadas en Latinoamérica. A partir de la globalización y los modelos económicos y modos de producción que con ella llegaron, los modos de habitar también cambiaron drásticamente, lo que ha tenido impactos sociales importantes.

            La configuración del espacio y la distribución del territorio se han dado en escenarios de desigualdad y los cinturones de pobreza se acentúan, generando además una situación sin salida pues, con la ampliación de la mancha urbana y las zonas periféricas cada vez más alejadas, los costos de transporte aumentan y el acceso a servicios públicos se complica. Es decir, la complejidad aumenta tanto para la ciudadanía como para el Estado responsable de garantizar el acceso a dichos servicios.

            Una de las modificaciones que se han realizado, entonces, frente al aumento en la demanda de vivienda en zonas determinadas de las ciudades, es colectivizar espacios privados. Hay que aclarar que, por una parte, encontramos sendas dinámicas marcadas por la propiedad privada (barrios cerrados, plazas comerciales, espacios de recreación de acceso limitado, etc.), y por otra, encontramos un híbrido entre el espacio público y la tendencia privatizadora: las áreas habitacionales que cuentan con espacios comunes entre vecinos del mismo edificio, por ejemplo. Esta tendencia de construcción implica que el área particular de la vivienda no conlleva áreas de esparcimiento propias, sino que terrazas, patios y otras se comparten por los vecinos. Si bien podría ser una oportunidad para mejorar la convivencia, el hecho de que los espacios particulares sean tan limitados convierte el uso de esos espacios comunes en una batalla, lo que conlleva a fricciones y una pérdida en el sentido de colectividad.

            Ahora bien, imaginemos un escenario que encuentre el equilibrio entre espacios dignos y la convivencia, transformación social y generación de comunidad. Los espacios comunes deben ser eso: comunes, y caracterizarse por su pluralidad y su capacidad de servir a los distintos intereses de los usuarios. Iniciativas como las creaciones de huertos urbanos colectivos en donde toda la comunidad pueda participar, cuidar y recibir un beneficio sí generan colaboración en lugar de competencia. Frente a escenarios adversos, la unión y las propuestas de vinculación social son fundamentales desde la arquitectura y el urbanismo.

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Foto de Ricardo Gomez Angel en Unsplash

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