La cultura como derecho humano

En la línea de Horacio Guevara Cruz en su texto ¿Qué es la cultura?, se señala a la misma como una dimensión de la vida cotidiana relacionada con los diferentes procesos simbólicos en los que participamos; es decir, nosotros nos damos a la tarea de dar un significado específico de las prácticas sociales en determinados contextos.

En este sentido, no es nada deleznable desarrollar perfiles humanísticos y creativos entre los habitantes de toda sociedad. Universidades, especialmente de Estados Unidos de América e Inglaterra, han venido alzando la voz respecto a esto en los últimos años. En el 2014, The Guardian publicó un artículo donde se compendian las virtudes que las
universidades han encontrado en los egresados con este perfil. Se menciona que tienen aptitudes únicas, pues su preparación se enfoca en la crítica y el razonamiento, y que una perspectiva humanista es fundamental para enfrentar los retos globales a los que nos estamos enfrentando, debido a que están preparados para ofrecer soluciones informadas, incluyentes y holísticas. En resumen, si bien el desarrollo práctico de las soluciones compete a otros perfiles, las personas con un perfil humanista saben ubicar bien el problema y proponer respuestas integrales ante él.
Además, para la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, «el adecuado goce y ejercicio de los derechos de carácter cultural posibilita la observancia de otros de carácter civil, político, económico, social o cultural».

Ahora bien, justificar la razón de ser de las artes desde perspectivas económicas (como hablar de economía naranja) o de obtención de indicadores o mejoras medibles o táctiles no sería lo más justo. No deberíamos justificar la aportación de una actividad que bien se puede ejercer por placer. Las distintas manifestaciones artísticas nos dejan mucho en lo social, económico, espiritual, intelectual y social, pero no están en la obligación de hacerlo.

Debemos recordar que la cultura es, sobre todo, un derecho humano y que se considera a la promoción, protección, garantía y el respeto a los derechos culturales como decisivas para garantizar dignidad humana e interacción positiva entre los individuos y las comunidades.


Si bien la necesidad creativa está presente de manera perenne en quienes realizan alguna manifestación artística, se requieren políticas públicas que establezcan un compromiso y una sumatoria de voluntades entre creadores y autoridades gubernamentales, a fin de reconocer y profesionalizar la creación de proyectos artísticos y vincular a la comunidad artística con las instancias garantes del derecho a la cultura y, principalmente, con la localidad en que cada creador se ha formado.

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